En la actualidad, el uso de pantallas por parte de los niños es un tema de gran debate. Padres, educadores y científicos tratan de entender cuáles son los efectos de la sobreexposición a dispositivos electrónicos en el desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños. Sin embargo, las opiniones están divididas y todavía hay estudios que revelan resultados contradictorios. ¿Debemos preocuparnos por estos efectos o es solo una adaptación natural a las nuevas tecnologías?
Diversos estudios han sido llevados a cabo para medir el impacto de las pantallas en el cerebro de los niños. Algunos muestran evidencias preocupantes sobre el desarrollo cognitivo y sensorial, mientras que otros afirman que el uso moderado no tiene efectos negativos significativos. A continuación, analizamos los principales descubrimientos científicos y opiniones expertas.
La sobreexposición afecta la salud emocional y física
Una de las preocupaciones más comunes es el efecto negativo que tiene la sobreexposición a pantallas sobre la salud emocional y física de los niños. La gran atracción de los estímulos visuales y sonoros que ofrecen las pantallas hace que muchos niños pierdan interés en actividades cruciales para su desarrollo emocional, como el juego simbólico. Este tipo de juego les ayuda a procesar emociones, asumir roles y socializar de manera presencial, algo que las pantallas no pueden reemplazar.Los niños necesitan atención sostenida de los adultos en sus interacciones diarias. Cuando los padres, también enfrascados en sus propios dispositivos móviles, no les prestan atención suficiente, la calidad de la relación entre ellos se ve afectada, lo que puede tener consecuencias a nivel cerebral.
El uso excesivo de pantallas también está vinculado a problemas en la autorregulación emocional. Los padres suelen usar dispositivos como distracción cuando los niños tienen una rabieta, lo que les impide aprender a gestionar sus emociones y conflictos por sí mismos. Además, se han detectado efectos claros en la salud física, como alteraciones del sueño, dolores de cabeza, problemas visuales y un aumento de la obesidad entre los infantes.
Los efectos neurológicos y cognitivos: ¿Mito o realidad?
En contraste con lo anterior, algunas investigaciones niegan que el uso de pantallas sea perjudicial para el cerebro de los niños. Un estudio riguroso realizado en los Estados Unidos con una muestra de más de 12.000 niños no encontró ningún deterioro cognitivo relacionado con el uso de pantallas. De hecho, el estudio concluyó que los temores sobre los efectos negativos de las pantallas son infundados. Los investigadores afirmaron que, si se usa correctamente, el tiempo frente a dispositivos electrónicos no produce daños en el bienestar cerebral ni emocional de los niños.
El estudio recomiendan educar a los niños en el uso responsable de la tecnología, igual que se les educa en otros aspectos de la vida, como la alimentación o el cuidado personal. Sin embargo, el pánico moral que rodea a las pantallas está constantemente presente, y sigue siendo una barrera que limita su uso en entornos educativos y sociales, lo que para algunos expertos resulta contraproducente.
Las primeras etapas: bebés y pantallas
Cuando nos enfocamos en niños más pequeños, como bebés y preescolares, el panorama parece ser más preocupante. Un estudio reciente mostró una clara relación entre el uso temprano de pantallas y problemas sensoriales en los bebés. Según los especialistas, la exposición a pantallas desde los primeros meses de vida puede contribuir al retraso en habilidades sensoriales, como la respuesta a estímulos visuales y auditivos.
Por ejemplo, los bebés que han estado expuestos a pantallas desde los 12 meses muestran más probabilidades de exhibir comportamientos sensoriales atípicos, como desinterés por el entorno o sobreestimulación ante luces y sonidos. Los niños que pasan más de cuatro horas diarias delante de una pantalla son más propensos a desarrollar problemas de atención, retrasos en el lenguaje y dificultades para resolver problemas.
Las recomendaciones de organizaciones pediátricas
La Academia Estadounidense de Pediatría ha emitido recomendaciones claras sobre el uso de pantallas en niños pequeños. Según esta institución, los niños menores de 18 meses no deberían estar expuestos a pantallas, excepto en situaciones donde se realice videollamadas, ya que estas pueden tener un efecto positivo al fomentar la interacción social. Para los niños de 2 a 5 años, la recomendación es limitar el tiempo frente a pantallas a una hora al día.
En esta etapa, el uso de la tecnología debe ser supervisado y acompañado para garantizar que los niños estén consumiendo contenido educativo adecuado. Así, se podría minimizar el riesgo de efectos adversos tanto a nivel cognitivo como emocional.
Unas investigaciones con efectos mixtos
La ciencia no ha llegado a un consenso definitivo sobre los efectos del tiempo frente a una pantalla. Mientras que algunos estudios muestran consecuencias negativas como problemas de lenguaje o atención, otros sugieren que los efectos son mínimos si el uso de la tecnología es moderado y se supervisa adecuadamente.
Por ejemplo, un metaanálisis reciente que incluyó a casi 2 millones de menores concluyó que los efectos sobre la inteligencia y el desarrollo por el uso de pantallas son mínimos. Si bien es cierto que se encontraron ligeros riesgos asociados con el uso excesivo de redes sociales, como una leve tendencia hacia la depresión, no se pudo demostrar ningún impacto significativo en el desarrollo cognitivo general.